Me cuentan que cuando era muy chiquita, usaba una cuchara a manera de micrófono y cantaba con gran sentimiento las canciones que escuchaba en la radio. Más tarde, mis juegos favoritos tenían que ver con inventar historias que mis amigos y yo actuábamos, hacer shows en la escuela y reuniones familiares, etc.
Cuando crecí y llegó el momento de elegir una carrera universitaria, curiosamente no elegí estudiar actuación, aunque hubiera sido lo más lógico, ¿por qué? simplemente porque nadie de mi familia o círculo cercano se dedicaba al arte y no lo consideré como una opción.
Estudié Ciencias de la Comunicación y no me arrepiento porque fue una época muy enriquecedora, pero aquello que más me gustó y echó raíces en mi formación fue lo que tuvo que ver con el arte. Descubrí escritores, géneros musicales y cinematográficos y asistí mucho al teatro. Cuando terminé la carrera decidí por fin hacerle caso a mi vocación y estudiar actuación, música, canto y guionismo. Lo demás es historia.
Muchos papás y mamás de nuestros alumnos nos cuentan que pensaron en un curso de doblaje para sus hijos, porque estos mostraban en sus juegos un gran histrionismo y gusto por crear con sus voces. Sin duda, el ver que nuestros egresados disfrutan tanto cada vez que hacen doblaje de manera profesional, me hace sentir muy feliz porque esos pequeños tuvieron la fortuna de contar con el apoyo de sus padres para desarrollar una vocación que descubrieron a una edad temprana.
Deseo de corazón, que hoy estés dedicándote a aquello que te hacía vibrar en tu infancia.
“Si el niño es capaz de entregarse por completo al mundo en su juego, en su vida adulta será capaz de dedicarse con confianza y fuerza al servicio del mundo”.
Rudolf Steiner
Afectuosamente
Elsa Covián